Nota de prensa Nro. 003

13 de enero de 2017

Pablo Gamboa Santos, artista plástico que reside en la ciudad de Quito, ha sabido conjugar su obra con el reciclaje. Aprovecha elementos desechados para autogestionar sus obras.

El centro de la ciudad de Quito, exhibe arte hasta en la última de sus rocas. Las sombras en un corredor de la plaza de Santo Domingo en época de Hábitat III, mostraban de manera poética que ‘las murallas son devotas’ como dice Pablo Palacio en uno de sus cuentos. Estas sombras se proyectaban como una apología a los reservados modos de proceder de casi todos los quiteños, que de manera sencilla y sutil plasman una realidad subyacente, según la concepción de Pablo Gamboa Santos.

Gamboa, activo en el arte plástico desde hace más de 15 años cree firmemente que la escena artística quiteña tiene un poder naciente muy fuerte, pero que ese mismo poder puede ser encausado por los mismos artistas actuales desde la autogestión.

Formado en la facultad de Arte y Arquitectura de la Universidad Católica, proyecta su obra hacia lo plástico; Gamboa Santos se distingue por la reutilización de materiales naturales y sintéticos.

 ‘Inicialmente comencé con el reciclaje porque encontré una fuente muy rica de juego, el reciclaje te brinda otras oportunidades que seguramente técnicas tradicionales como la pintura no te brindan; el ensamblaje de objetos reciclados es un proceso lúdico, además de ser divertida es una actividad psicológica muy fuerte’ manifestó el artista.

Su obra visibiliza problemáticas muy marcadas en la actualidad: la contaminación y el descuido del hombre con el medio ambiente son las temáticas que su obra quiere mostrar. La capacidad de los materiales reciclados para transgredir ideas preconcebidas están presentes en sus esculturas, pues el artista quiere mostrar el poder educativo que tiene el arte en su interior.

‘En Ecuador es bastante complejo el entendimiento social del arte, pues no se comprende que es una herramienta que sirve para muchas cosas. Una de sus primera y mejores funciones es la educación, enseñar a través del arte es una herramienta poderosa, no es una educación normalista si no creativa, que es lo que justamente necesitamos ahora’ afirmó Gamboa. Esta visión y modo de vida han sido su bandera al momento de retratar sus obras, con las que hace una representación de los aspectos cotidianos del mundo real.

‘…el futuro del arte en el Ecuador es incierto, es una cosa que siempre los artistas están manejando de una manera Darwiniana en donde siempre hay que adaptarse a las situaciones cambiantes’ comenta Gamboa.

Sin embargo, Pablo espera que Quito se abra a ese poder educativo del arte, a esa lucha continua de ir contra corriente, y  ser conscientes de cuanto podemos cambiar si lo aprovechamos.

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