El pasillo ecuatoriano y los derechos de autor de los compositores
El pasillo es una de las manifestaciones musicales que más identidad genera en Ecuador. Sectores sociales de todos los niveles lo reconocen como tal. Inclusive la gente joven siente una atracción hacia este género musical, como lo representativo del país.
“El pasillo es un género que no muere ni morirá, es un género que realmente está arraigado en la idiosincrasia, en la cultura y en la forma de ser del ecuatoriano”. Así considera al pasillo Cecilia Bucheli, directora de contenidos de Expresarte, programa de televisión ecuatoriana que dedicó tres capítulos al pasillo ecuatoriano en todas sus diversidades: “A nivel técnico, el pasillo está fusionándose con otros géneros, por ejemplo con el jazz, con el blues, con géneros adaptados a las necesidades de la sociedad actual”.
Muestra de esta fusión se hizo presente el pasado 1 de octubre en el Teatro Nacional de la Casa de la Cultura Benjamín Carrión, con motivo del décimo quinto Festival del Pasillo Ecuatoriano. Desde figuras emblemáticas como los Hermanos Núñez hasta nuevos exponentes como La Toquilla se dieron cita en esta velada. Generaciones nuevas de pasilleros y pasilleras como Ariel Molina y Dayanna Arcentales interpretaron varias canciones tradicionales. Los más aclamados pasillos como Sombras y Pesares acompañaron las danzas y coreografías del Ballet Nacional de Cámara. El espectáculo en su totalidad, en palabras de su maestro de ceremonias, César Salazar, superó las expectativas desde su inicio ya que llenó el teatro pocos minutos después de que abrió sus puertas y, así mismo, permaneció lleno hasta el cierre del festival.
La gran afluencia de público a este tipo de escenarios da cuenta de que el pasillo se ha constituido década tras década como uno de los géneros predilectos de los y las ecuatorianas. Al respecto, la cantante y productora ecuatoriana, Margarita Laso, manifiesta que “[al pasillo] lo reconocemos como parte de nuestro patrimonio, de nuestro paisaje amado, de lo ecuatoriano”. No obstante, añade, “todavía pensamos que el pasillo abarca todo lo que es música ecuatoriana. También a veces se confunde con este nombre todo lo que pensamos [como música nacional]”. Y piensa que también “tendríamos que tener algunos días del año para celebrar otros géneros, es decir, el albazo, la tonada, la canción, el rock, en fin, o sea, miles de géneros que producimos ahora”.
“He trabajado mucho en los géneros ecuatorianos, siempre digo, afirmativamente, en la riqueza de estos géneros, sabiendo que hay una diversidad enorme que no se reparte en todas las direcciones y que a veces tiene pocos espacios de difusión, y a mí me ha encantado encontrar tesoros y seguirlos, simplemente, vinculando con otros tesoros nuevos y con otros oídos y otras voces”, enfatiza Margarita Laso.
Siguiendo esta línea de reflexión y refiriéndose al pasillo como género musical ecuatoriano, Cecilia Bucheli expresa: “es lindo ver cómo van saliendo nuevos compositores, nuevos temas, ya que, de una u otra manera, a partir de ellos vamos a tener nuevas generaciones que van a ir aumentando nuestro repertorio musical y que van a seguir manteniendo –como dije antes- vivo al género”.
Los testimonios de Margarita Laso y de Cecilia Bucheli, por un lado y, la experiencia del décimo quinto Festival del Pasillo Ecuatoriano, por otro, reflejan la versatilidad con que el pasillo ha ido evolucionando y sigue creciendo como un género musical local que se adapta a la actualidad cultural y musical. Por estas mismas razones, para cualquier intérprete, compositora o músico del género pasillo, actualmente, trabajar en este escenario representa un gran reto considerando algunos factores como la estabilidad laboral, el ejercicio de sus derechos, el comercio de sus productos, etc., de suerte que, al menos en lo que respecta a trabajar en el ámbito musical en Ecuador, los y las cantautoras como Margarita Laso se encuentran con algunos inconvenientes a la hora de ejercer su profesión.
Para Margarita Laso, su profesión de cantautora en la sociedad ecuatoriana puede ser entendida desde dos perspectivas, la primera de ellas es la de la tecnología y la apertura del mundo y las posibilidades de comunicar todo trabajo, toda obra artística, lo que cada artista pone en escena: “yo estaría hablando desde el intérprete que toma las palabras de su colectividad y las replantea y las escenifica”, manifestó. Sobre la segunda perspectiva, Margarita Laso comenta: “no he sido muy optimista porque me parece que en el Ecuador se paga muchos derechos de autor pero a pocos autores ecuatorianos, o sea, la mayor parte de derechos de autor se paga a editoras o sociedades de gestión extranjeras y este desbalance no podría ser admitido por ningún tablero económico, aquí cuando hablamos de importación y exportación, este desbalance, a nivel artístico, nos tiene en el último piso”.
En cuanto a estas dos perspectivas señaladas, Laso concluye que el ejercicio de los derechos de autor se ve obstaculizado en un escenario donde los productos de importación resultan favorecidos por sobre los de exportación, lo cual representa una suerte de paradoja por cuanto “la facilidad con la que la tecnología permite el intercambio -lo cual es algo favorable para la humanidad- plantea unos ciertos límites al tema de derechos de autor” a la hora de que sean equitativamente repartidos.
Planteadas todas estas consideraciones, géneros musicales que se desarrollan y no pierden vigencia como el pasillo ecuatoriano abren las fronteras a sus compositores, autores e intérpretes, pero ellos, a pesar de esta apertura, difícilmente pueden competir en el mercado internacional. Como sugiere Cecilia Bucheli, el pasillo se está globalizando y, por tanto, podría ser compartido “como género musical alrededor del espectro y de las necesidades musicales del planeta”.
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