Obtentores, aliados para la innovación en la industria florícola

Un total de 12 073 toneladas de rosas ecuatorianas se exportaron a destinos internacionales durante el San Valentín 2015, la época de ventas más importante del año para el sector floricultor.

La mayoría de esa producción salió de fincas ubicadas en la Sierra Norte del país, específicamente en Cayambe. El sector genera 105 mil empleos directos e indirectos a nivel nacional, según Expoflores, asociación que agrupa a la mayoría de empresarios florícolas del país.

María Fernanda Rodríguez, gerente de Eden Roses, una finca de 18 hectáreas ubicada en las faldas del Cayambe, señala que a pesar de la crisis en Europa, especialmente en Rusia, la devaluación sufrida ha sido de casi el 100 por ciento, «esto nos afectó, tuvimos que buscar alternativas: vender más barato y aumentar el volumen de exportación a otros destinos como Norteamérica» afirma.

Rodríguez destaca que la calidad de la rosa ecuatoriana también es un blindaje ante los problemas en el mercado europeo. Los tallos largos y rectos de casi dos metros de altura, y el botón grande, hacen de las flores nacionales las mejores del mundo.  Pero hay un detalle adicional que Rodríguez resalta con insistencia: Ecuador está a la vanguardia en la producción de nuevas variedades de rosas. Año tras año salen del país vistosas, elegantes y perfumadas flores consideradas una innovación.

En el desarrollo de las nuevas variedades entran en juego los obtentores o breeders. Se trata de laboratorios especializados, generalmente con base en Europa, encargados de crear nuevos tipos de flores mediante procesos de investigación biogenética, para responder a las demandas de los exigentes mercados internacionales.

Los obtentores desarrollan flores con nuevas combinaciones de colores y formas, además de mejorar la resistencia y adaptación de las plantas a diversos tipos de clima.

Los productores nacionales cultivan las nuevas variedades, que están protegidas por el Sistema de Propiedad Intelectual vigente en Ecuador, para luego exportarlas. Para ello deben pagar regalías a los obtentores. Según datos del Instituto Ecuatoriano de la Propiedad Intelectual (IEPI) actualizados a diciembre de 2014, existen 232 variedades de rosas registradas en la Lista de Variedades Vegetales Vigentes, es decir, sujetas al pago de regalías. Mientras en la Lista de Variedades Vegetales de Dominio Público constan 419 tipos de rosas, que pueden ser cultivadas sin restricciones.

Un obtentor o breeder tarda entre cinco y ocho años para crear una nueva variedad de rosa mediante un proceso de hibridación cuyo costo asciende a decenas de miles de dólares. Dependiendo del tamaño del laboratorio obtentor, el equipo de biotecnología para el desarrollo de una nueva variedad puede conformarse por decenas de expertos en biotecnología.

Por ejemplo, Esmeralda Breeding, una compañía especializada en hibridación de rosas, con operaciones en  Ecuador, Colombia, Perú, Costa Rica, Holanda, Japón, Corea del Sur, Kenia y Etiopía, cuenta con un equipo científico de 140 personas con el que desarrolló y patentó más de 100 variedades de flores.

¿Pagar una regalía por una nueva variedad de flor es rentable para un floricultor ecuatoriano cuando el promedio de inversión por hectárea bordea los 65 mil dólares?

María Fernanda Rodríguez, de Eden Roses, ensaya una respuesta mientras un grupo de mujeres clasifica cientos de flores de colores en el área de poscosecha de su finca: «es rentable en la medida en que los breeders al proporcionarnos nuevas variedades, nos dan la oportunidad de ofrecer productos innovadores en un mercado internacional cada vez más competitivo».

«Sin ellos la industria florícola ecuatoriana no tendría el dinamismo e innovación por el que es reconocida a escala mundial y, que en este San Valentín nos ha permitido aplacar la crisis europea.  Su trabajo debe ser reconocido  porque implica años de investigación y esfuerzo».

La asociación estratégica entre productores y obtentores, además permite diversificar la oferta para llegar a nuevos mercados que buscan variedades de rosas distintas a las de los compradores europeos y estadounidenses.

China y los países de Medio Oriente están en la mira. «Para conquistar esos nichos necesitamos innovar para adaptarnos a sus preferencias y eso implica fortalecer la alianza entre productores y obtentores», concluye Rodríguez.

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